La parranda se prende en el Yatch Club (al ladito de
Temple) y es toda una institución, con fama no solo
dentro de estudiantes del LSE sino dentro de la
comunidad académica en Londres. La primera pregunta
de los novatos que empiezan su maestría este año es
a que horas parte? O a que horas llega? Pero aunque
el Yate no se mueve, por dentro la rumba no para
desde las 9:00 de la noche.
Llega la esperada noche de la “Parranda Latina” y
afuera el “Comité de Bienvenida” recibe las boletas
y brinda una copa de aguardiente a cada parrandero.
Para los del comité es un remedio contra el frío.
Para el parrandero es una primera muestra de la
jovialidad y sabor de los Colombianos y de la música
latina. Claro que no falta el primíparo que no
compra las boletas y se queda viendo un chispero a
la entrada cuando le dicen que ya no cabe ni un
tinto. Y es cierto, hemos estado a punto de recibir
demandas por sobrecupo pero que culpa así eran las
minitekas en mi escuela (para el paseo de fin de año
a Melgar). Quien iba a pensar que muchos años
después la historia se iba a repetir, pero esta vez
la platica se dirigiría a la financiación de un
evento académico (la Conferencia Académica Anual de
la Sociedad Colombiana). Así, todos los fondos son
destinados al análisis y la discusión de temas
relevantes de la realidad nacional.... en conclusión
para una buena causa.
Pero volviendo al tema de la rumba, la Parranda no
puede empezar sin el vallenato, el merengue y la
salsa. Desde que suena la primera canción, los tres
pisos de baile (porque para que pero el barquito es
bien grande y esta bien dotado) se llenan de
nuestras raíces, de nuestro sabor y nuestra energía.
Es entonces cuando gente de todo el mundo se
contagia de esta pasión latina y se unen al azote de
baldosa hasta las tres de la mañana.